domingo, 1 de abril de 2012

SOCIOS DE LOS GATOS:ERNEST HEMINGWAY

Macho Man, corresponsal de guerra y novelista: Ernest Papa Hemingway


«El corresponsal de guerra es el periodista elevado a la máxima potencia,» solía comentar el gran estadista Winston Churchill, quien fue corresponsal de guerra en Africa en sus años mozos. El gringo Ernest «Papá» Hemingway viene a mi memoria hoy que se conmemora una efemérides más del Día del Periodista en Nicaragua.
Aunque muchas veces los corresponsales de guerra somos vistos de reojo con malicia y prejuicio por familiares, empleadores y hasta vecinos por haber visto los destrozos de la guerra, el periodista que logra salir vivo para contar el cuento como en el caso de Hemingway definitivamente merece que le rindan el charro.
Ernest Hemingway vino al mundo un 21 de julio de 1899 como fruto del matrimonio entre un médico y una señora lo suficientemente desajustada que cometió el desatino de vestirle como niña durante sus años de parvulario. Esta actitud aberrada de la madre haría que Ernest nunca albergara demasiada ternura hacia ella. La presión en casa llegó a ser tan insoportable que Ernest a los quince años huyó, pero regresó para completar su secundaria.
Ernest ni la pensó para irse de conductor de ambulancia en la Primera Guerra Mundial (algo que también hicieron el bardo gringo Edward Estlin Cummings y el escritor italiano Gabriele D´Annunzio), y redactó interesantes crónicas de las acciones bélicas en Italia.Una vez concluida la conflagración, se fue de periodista a París, donde acabó siendo el protegé del gringo F. Scott Fitzgerald, la judía lesbiana Gertrude Stein y el norteamericano Ezra Pound.
El estilo de Ernest se fue puliendo como novelista, y siempre atraído por los conflictos bélicos anduvo reporteando en la Guerra Civil Española y posteriormente en la Segunda Guerra Mundial, siendo uno de los primeros reporteros que hicieron crónicas de la aparatosa liberación de París en 1944 después del Desembarco de Normandía.
Ernest nunca recibió título grande o chiquito de periodista, pero este genial «papa frita»(el término despectivo con que nos catalogan en Nicaragua a los que no tenemos diploma de periodismo) figura entre los grandes corresponsales de guerra de todos los tiempos.
Ernest luego pasó a vivir un tiempo en su Finca Vigía en Cuba, donde se dedicó a escribir obras como El Viejo y el Mar, además de cazar, pescar y armar borracheras. En 1960 Ernest salió de Cuba tras la toma del poder de Fidel Castro y se fue a su casa en Ketchum, Idaho. Una vez ahí ni sus adorados gatos le pudieron levantar la gran depresión y el bloqueo de escritor que le aquejó. Dos veces lo remitieron a la Clínica Mayo a pasar tratamientos de electroshock. Tras una de estas sesiones al regresar a Ketchum no tuvo mejor idea que sonarse un tiro con la escopeta de cacería un 2 de julio de 1961.
Ernest figura como uno de los protomachos más fanfarrones de la historia. Gustaba presentarse como el hombre rudo, gritón, mujeriego y bebedor que era la viva imagen del machismo. Odiaba a los homosexuales con tal pasión que algunos se han atrevido a sospechar de su actitud como pantalla de humo, pero nunca se ha podido confirmar si Ernest efectivamente se sintió atraído hacia otro macho de la especie.
Ernest le dijo al dramaturgo Thornton Wilder que en sus primeros días en París consumía medicamentos para calmar su alborotada líbido. Ernest desde sus tiempos de París gustaba de andar de falda en falda, afirmando que hasta se acostó con la infame Mata Hari. Se autocomplacía evocando imágenes de Greta Garbo y Marlene Dietrich.
Era regla que su mujer de turno debía de ser una persona sumisa ante sus caprichos. Tras muchas amantes, Ernest acabó teniendo 4 esposas, y abandonaba el hogar con una frialdad que daba pavor. Hadley Richardson fue su primera esposa, y la hizo sufrir horrores cuando se alborotó con Pauline Pfeiffer. Pauline acabó siendo su segunda esposa, con quien permaneció casado por 12 años. Pauline tuvo dos hijos de Ernest mediante cesárea, y dado que era católica ferviente, lo hacía practicar el coitus interruptus para no salir pipona de nuevo.
Ernest habría de conocer a su tercera esposa Martha Gelhorn cuando él trabajaba en Madrid como corresponsal de guerra durante la Guerra Civil Española. El flechazo fue inmediato, pero después de la boda la pasión se enfrió, quizás porque en el vocabulario de Martha no estaba la expresión de «sí señor.» Ernest no podía soportar que Martha fuera una gran escritora por derecho propio y que no le pidiera dinero para sus gustos. Mary Welsh fue la última y cuarta esposa de Ernest.
Era 9 años menor que él, bella y cariñosa. Ernest la llamaba «mi Rubens de bolsillo», y la adoraba porque nunca se quejaba y era amable con los tres hijos que fueron el total de la prole del escritor. Mary se daba cuenta que su marido seguía siendo un donjuan de cuidado, además de ser endemoniado a sus borracheras y juergas, pero nunca le regañó por eso.
Ernest como amigo podía ser un costal sin fondo de consuelo. Cuando F. Scott Fitzgerald le lloró que su mujer Zelda le había hecho agrios comentarios sobre sus menudencias, Ernest se llevó al atribulado autor del Gran Gatsby a un baño en París y compararon medidas prácticas. Fitzgerald habría de salir bastante aliviado de tal sesión de anatomía práctica...Al igual que la frase de nuestro inefable Gabo que dice en El Amor en los Tiempos del Cólera que «uno nace con los polvos contados», Ernest creía que cada hombre traía su cuota de orgasmos, y cuidaba de gozar bien cada sesión de cama, aunque en sus años de vejez se vio aquejado a veces por la impotencia.
En un pleito con la novelista y corresponsal de guerra Kamala Napurdalah le dijo que era «un despilfarradora de la sensación masculina,» a lo cual la menuda hindú respondió propinándole una patada sonora en el trasero a Ernest. Pero a los dos días del bochinche él le mandó un montón de rosas blancas para reconciliarse con ella.
Kamala, de quien se dice que en dos ocasiones compartió lecho con Hemingway, lo perdonó de inmediato afirmando «Solo es un bully (expresión gringa para designar al pleitisto de barrio) pero es un bully adorable.» Ernest fue un rudo hombretón que adoró el boxeo, la pesca, la cacería y la vida al aire libre. Como amante de los animales, amó con pasión a sus 30 gatos, entre ellos Mr. Feather Puss, Crazy Christian y Furhouse. Solía dormir con sus micifuces y guisarles platos de mariscos.
Ernest el corresponsal de guerra tuvo incidencia en Ernest el novelista, y sus grandes novelas Adiós a las Armas y Por Quien Doblan las Campanas están basadas en sus vivencias en la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil española. Entre sus galardones figuran el Premio Pulitzer-llamado así por otro gran periodista empírico Joseph Pulitzer- y el Premio Nóbel de Literatura. Las novelas de Hemingway han sido llevadas a pantalla grande y chica con gran éxito, pero el hálito a tragedia dejado por este genio se ha seguido cebando en su familia, y hace poco su célebre nieta la modelo Margaux murió de forma misteriosa.

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