lunes, 2 de abril de 2012

LAS OTRAS CRIATURAS:Animales en roles humanos

Desde que al emperador loco Calígula se le ocurrió nombrar cónsul a su caballo Incitatus, cualquier clase de cosa ha pasado a formar parte de la política cotidiana, teniendo por seguro que muchas veces los animales, si los dejáramos obrar con su debida sabiduría, llevarían las riendas del mundo mejor que nosotros.

A lo largo de la historia, una buena cantidad de criaturitas de Dios tuvieron que desarrollarse en roles tradicionalmente asignados a humanos.

Incitatus efectivamente fue primer cónsul de Roma cuando el emperador de la ciudad Eterna fue Calìgula, y afotunadamente jamás mandó a matar a nadie ni robó el erario, por lo cual fue mucho más honorable que muchos ministros de estado.

No sería el único corcel de la historia en un rol humano, ya que Reckless (Audaz), un caballo que cargaba las municiones en la cruenta Guerra de Korea, fue sargento del ejército norteamericano. De seguro, si Reckless se hubiera dado cuenta de la masacre en la cual estaba participado, ¡hubiera rechazado el "honorífico" grado militar que le estaban asignando!

Traveller, el caballo del general confederado Robert E. Lee, también fue enterrado con honores de capitán de la milicia del sur de Estados Unidos, siendo uno de los equinos más adorados del siglo XIX.

En el siglo XX, Sefton, un corcel integrado a la Caballería de la reina de Inglaterra, se cubriría de gloria al sobrevivir a un atentado del IRA (Ejército Republicano Irlandés) en 1982. Sefton se salvó porque un soldado metió su puño desnudo en su sangrante yugular, y cuando por fin se recuperó lo nombraron héroe inglés. En 1993, murió y fue sepultado con honores a la edad de 30 años.

Viento del Diablo, negro corcel perteneciente al gran sultán otomano Selim I el Adusto, era teniente y recibía paga equivalente a su rango, solo que en avena dorada y cubos de azúcar.

Morcillo, caballo que trajo Hernán Cortés cuando vino a deschincacar México, fue nombrado dios por los aztecas, quienes le recetaban pollo cocido y maíz reventado. Lástima que la dieta le hizo daño y no gozó de mucho tiempo como deidad local.

Los gatos en la historia han tenido toda suerte de roles asignados a humanos. Guillermo de Aquitania, trovador número uno del medievo francés, tras regresar de una cruzada nombró Caballero de la Bacinilla a su propio gordo y borludo gato Manx Gateau "Pudincito", quizás para compensar de que nunca le pudo conseguir una bacinilla de oro al gato a pesar de habérsela prometido cuando ambos partieron en la susodicha cruzada.

No sería el único bardo que le diera cargo a su micifuz, ya que el tambièn galo Juan Alejandro de Normandía ennobleció a su fiel y rojiza Gnat, haciéndola Marquesa del Sena. Dicen las malas lenguas que incluso la reina María de Médicis firmó el documento mediante el cual Juan Alejandro ennoblecía a la mechuda gata, pero esa acta nunca ha podido ser ubicada.

Shaka Zulú, gran monarca guerrero quien unificó a los zulúes, era muy estricto con sus soldados, pero toda la disciplina y cara de gruñón se le iba al diablo al estar con tres de sus coroneles: Khazilimpopo, Kalampopo y Limpopo.

Estos regordetes y rubicundos "militares" con nombramiento en el élite regimiento Fasimba eran los tres gatos abisinios del soberano, y jamás entrenaron nada más que sus uñas y mandíbulas. También eran los críticos y musas titulares de Shaka, quien jamás cantaba en público ninguna de sus canciones originales sin antes someterlas a la aprobación de su trío minino de coroneles.

Simón, un gato negro de zapatitos blancos nacido en China, fue tambièn primer grumete del barco Amatista de los ingleses cuando éstos se aferraban a su influencia en China a mediados del siglo XX. Simón, llamado Gran Navegante, defendió a la tripulación de su barco inglés para cubrirse de gloria mientras Mao trataba de ganar terreno en China, y luego su valentía le ganó la única medalla al valor Dickin otorgada a felino alguno.

Mientras Bill Clinton sudaba a mares por el asunto Lewinsky y el puro extraviado, su gato de zapatitos Socks mantenía la cordura como anfitrión de su propia página web en la cual daba datos históricos de la Casa Blanca, asumiendo con dignidad el rol de Primer Miau de la nación más poderosa del mundo.

Solo le ganaba en aplomo y elegancia, pero en el siglo XV, la condesita Zara, gata titular de nada menos que el patriota rumano Vlad Tepes, más conocido como Vlad el Empalador. Zara tenía entre los tesoros de su cofre un collar que perteneció a una favorita del sultán otomano Bayaceto I y su pergamino que confirmaba su sangre azul.

Perros como el Laddie Boy del presidente Warren Gamaliel Harding, el terrier oscuro Fala del presidente Franklin Delano Roosevelt y el spaniel Checkers del abochornado mandamás Richard Nixon fueron Primeros Canes de Estados Unidos en todo el sentido de la palabra, siendo amados por el pueblo casi tanto o más que por sus propios amos.

Al quedarse Fala extraviado en las Islas Aleutianas, Roosevelt lo mandó a retirar en un destructor de la naviera, mientras que el Checkers de Nixon fue el único regalo que se negó a devolver cuando lo acusaron de haber tragado cantidades navegables de coimas.

Triste sin embargo fue para Laika, la perrita callejera rusa convertida en astronauta, que la hayan mandado al espacio, pues los rusos no presupuestaron su regreso y quedó su pobre cacaste orbitando la tierra.

Algunos elefantes fueron asignados grados militares por sus agradecidos amos. Diat de la valiente reina Nzingha de Ndongo y Matamba era mayor del ejército que luchaba contra los esclavistas portugueses, y Ayed, elefante de combate del aguerrido Tigre de Mysore Tipoo Sultán era capitán de las huestes indias que lucharon contra los invasores ingleses en 1799.

Palomas mensajeras como la Putaine de Luxe y la Goulue que se destacaron en el sitio a París montado por los alemanes durante la Guerra Franco-Prusiana en 1871 fueron llamadas Damas de la República por un agradecido pueblo francés, y en la Primera y Segunda Guerra Mundial el honor de la Medalla Dickin para Valor Animal recayó en palomas de la talla de GI Joe, Paddy, Bel Ami y Mary.

Es indudable que cuando el ser humano o las circunstancias asignan un rol como los antes mencionados a un animal, uno puede tener la certeza que el mamífero o ave en cuestión lo va a desempeñar con una lealtad, gallardía y honestidad como para dejarnos atrás a mil kilómetros a los humanos que querramos equipararnos con ellos.

Es quizás por eso que muchos humanos preferimos la santa compañía de un perro fiel, o la alegría ronroneante y peluda de un gato amable que jamás habla mal de uno o las gracias cacareantes de un gallito Bantam, porque de los animales solo buenas cosas podemos esperar.

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