lunes, 2 de abril de 2012

LAS OTRAS CRIATURAS: FAMOSOS ELEFANTES

LOS ELEFANTES MÁS FAMOSOS DE LA HISTORIA

Teacher, es cierto que a usted le llamaban Elefante Pichón cuando estaba cipota,"me pregunta uno de mis alumnos de inglés. A decir verdad, el apodo mío era Jumbo, como el famoso elefante del circo de Barnum, y desde chiquita siempre he sentido una profunda fascinación por estos nobles paquidermos. A lo largo de la historia, varios elefantes han adquirido status de celebridades.

Candace, bellísima emperatriz de Etiopía, era una mujer de armas tomar. Supo utilizar a los elefantes como transporte de tropas y su fama como guerrera era tan grande que Alejandro Magno se le corrió a ella y sus elefantes evitando entrar en combate, pues el gran conquistador macedonio no hubiera soportado que Candace lo derrotara. Sin embargo, los elefantes usados por el gran general Aníbal el Cartaginés durante las guerras púnicas son más famosos, quizás porque la hìstoria prefiere exaltar las proezas de los machos de la especie. Aníbal llevó un montón de elefantes en su ataque hacia Roma, pero muchos murieron al cruzar los Alpes debido al frío. Solo unos 13 animalitos quedaron vivos de esta campaña.

Los elefantes en la India han sido venerados, utilizados para trabajos y hasta han han llegado a ser endiosados. Razia Sultana lleva el distintivo de haber sido la única mujer que asumió por derecho propio el sultanato de Dehli. A pesar de ser musulmana, no usaba velo y andaba de pantalones y espada como hombre. Quizás el mejor galo de amor que recibió en su vida fue un pequeño elefantito blanco de manos de un ex esclavo que según las malas lenguas de entonces (con la mía a cargo del desfile en estos días) fue su amante. Sibou, que fue a como llamó a su mascota, la acompañaba siempre y Razia le recetaba una dieta de avena, naranjas, panes de centeno y leche de cabra. Cuando Sha Jehan, emperador mugalo que protagonizó una intensa historia de amor con su esposa Mumtaz Mahal, hizo construir el Taj Mahal como tumba para su amada, más de mil elefantes fueron usados. El elefante que no trabajó en la obra fue Saski, un paquidermo pichón que le fue regalado a Mumtaz poco antes de que ella muriera en 1630 dando a luz a su décimocuarto hijo. Saski huyó de sus regios establos cuando Mumtaz murió y nunca más se supo de él. Posteriormente Aurangzeb, hijo de Sha
Jehan y Mumtaz, tendría un elefante enano llamado Saski II, el honor al elefantito que tanto hacía sonreír a la emperatriz.

Nzingha, poderosa reina amazona de Matamba, fue una gran estratega militar que llegó a aliarse con los holandeses para echar a los invasores portugueses de su tierra. Tenía muchos elefantes para uso de tropas, pero su enorme elefanta Diat era la adoración de la monarca. Diat le había sido regalada a la africana Nzingha cuando ambas soberana y elefanta eran bebés, y Diat le sirvió de solaz a Nzingha cuando su niño murió en la infancia. Diat solía acompañar a Nzìngha a todas sus campañas, y cuando Nzingha se fue al exilio, Diat no la dejó partir sola. Diat quedó viva cuando Nzingha murió en 1663, y fue tratada como reliquia viviente por los seguidores de la esplendorosa monarca.

Iván El Terrible pasa a la historia no solo como un zar loco y sediento de sangre, sino que también como coleccionista de animales raros. El lío con su elefantito Bouski fue que el animalito no pudo arrodillarse ante su tenebrosa majestad El Grozny, y por eso el iracundo zar la hizo sacrificar ante sus ojos.

Chulalangkom, hijo del poderoso monarca de Siam Mongkut y futuro rey tailandés que liberaría a los esclavos de su país, era apenas un chavalón cuando llevaron a la corte un rebaño de elefantes. Entre ellos, un elefantito albino flechó al joven príncipe, quien le puso pataleta a su padre para que no enviara a la bestia al pool de trabajo. De esta forma, el famoso elefantito blanco de Chulalongkorn se salvó de penurias y vivió una vida de mimos y lujos en la corte de Mongkut, a quien muchos conocen por la comedia musical de Rodgers y Hammerstein "El Rey y Yo”.

Otra emperatriz habría de protagonizar tiernas anécdotas con un elefante: Elisabeth de Wittelsbach, más conocida como Sissi Emperatriz por su matrimonio con el adusto Francìsco José I de Habsburgo. Sissi siempre fue adoradora de los animales, pero cuando un maharajá indio (a quien incluso se lo atribuyeron como amante) le mandó a Rose, una elefanta bebé, Sissi no cabía en sus joyas de contenta. Dio a hacer un collar de rubíes para la elefanta, la cual fue a parar al zoo de Schonbrunn, el cual existía desde en tiempos de la emperatriz Ma . Teresa de Habsburgo.

Quizás el elefante más celebre de la historia fue Jumbo, un enorme africano que fue capturado cuando mataron e su mamá. Unos mercaderes árabes primero lo vendieron a un coleccionista, posteriormente se ubicó en Paris-donde le reprochaban su lento crecimiento- y finalmente intercambiado por el zoo para ir a parar a Inglaterra. Une vez en Londres, Jumbo terminó de crecer y la sociedad victoriana lo adoró, desde la reina Victoria que le enviaba semanalmente del mismo whisky que ella y su sirviente de muchísima confianza John Brown bebían. Hasta los editores de varios periódicos le mandaban bombones. Winston Churchill siendo adolescente se subió a Jumbo para ser retratado, y beldades como la Duquesa Consuelo de Marlborough le lanzaban besos. Cuando Jumbo sintió que las hormonas se le alborotaban, se hizo hosco y por eso los dueños del zoo lo quisieron vender. El comprador fue el gringo empresario circense Phineas T. Barnum, quien lo trajo América dejando una ola de protestas entre los ingleses. Jumbo pasó la travesía del barco completamente ebrio tras haber engullido cantidades navegables de cerveza. Arribando a Nueva York un domingo de Pascua, bajó sobriamente por el muelle ante una muchedumbre que ya lo idolatraba.

Jumbo fue la superestrella del circo de Barnum, sobre todo gue contó como compañero de juegos con un elefantito enano llamado Tom Thumb, con quien retozaba como chiquito. Jumbo sin embargo dejó un saber a lágrimas en el recuerdo del show business gringo cuando murió atropellado por una locomotora en Ontario, Canadá, un 15 de septiembre de 1885 a las 3:40 de la tarde tras una función de circo. La osamenta de Jumbo aún se exhibe en un museo y Barnum lloró lágrimas de bilis al perder a su mejor inversión circense.

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