lunes, 2 de abril de 2012

LAS OTRAS CRIATURAS:ADORADOS PERROS DE LA HISTORIA

LOS ENDIOSADOS CANES DE LA HISTORIA

"Mire, profe, su artículo de los gatos está pijudo, pero está discriminando contra los perros y yo le confieso que mi chihuahua Calígula es mi alfa y omega," me dijo una erudita jovencita llamada Martha que estudia en el colegio Centroamérica, llamándome a mi casa a las 5:15 a.m. Para complacer a Martha y todos los adoradores de los canes(en cuenta yo también), vamos a recordar algunos famosos perros de la historia.
Desde los tiempos en que los vikingos andaban dando guerra, la historia de Black Shuck nos conmueve. Su amo era Olaf el Valiente, y el perro se quedó abandonado por accidente en las costas inglesas alrededor del año 787 de la era cristiana. Los ingleses juran que su fantasma aún sale ladrando y aullando, llamando a su amo en lastimeros tonos. Algunos perros han tneido sepulcros dignos de reyes, y el Boatswain del zanganísmo Lord Byron está sepultado en la abadía de Newstead. El poeta inglés Alexander Pope juraba que su can Bounce ladraba con métrica de soneto, y el cocker spaniel llamado Checkers que perteneció al desafortunado presidente gringo Richard Nixon hasta fue objeto de discordia, pues cuando Nixon fue acusado de recibir sobornos el mandatario tuvo que mencionar que este perro era el único regalo que había aceptado y no tenía la menor intención de devolverlo.Al contrario de Nixon, el presidente Truman anteriormente había aceptado un cocker llamado Feller, y lo había tenido que devolver. La Chloe del primer presidente gringo Jorge Washington solía esconderle la peluca a su amo, y Diamond, el ruidoso pomeranio que perteneció a Sir Isaac Newton cataloga como el can más dañino de la historia, dado que fue quien volteó una candela encima de los escritos del genio, acabando con su trabajo de años. Dash por su parte era el alegre hotdogcito (léase salchicha o Dachsund) que hurgaba en los fustanes de su ama, la pudibunda reina Victoria, sin recibir reprimenda por algo considerado altamente inmoral en aquellos gazmoños entonces.
César, un linajudo fox terrier que perteneció al hijo de la reina Victoria, el monarca Eduardo VII, mostró una dignidad escalofriante y majestad impresionante al marchar detrás del féretro de su amo en 1910, encabezando un multitudinario funeral en el cual iban tras del adolorido can gente de toda ralea, desde reyes y príncipes hasta mendigos. Este perro, una vez en la privacidad de los aposentos reales y mostrando que hasta los perros ingleses son flemáticos en público, pudo por fin relajar su compostura y aullar a su gusto y antojo ante la ausencia de su amado y juguetón amo.
John Wayne, el rudo cowboy que era todo un protomacho de la pantalla, jugueteaba como tierno con su perro Duke, un retozón airdale cuyo nombre acabó tomando prestado para sí mismo como apodo.
Abraham Lincoln sería uno de los estadistas más salados del mundo. No solo él acabó asesinado en 1865, sino que su perro Fido fue acuchillado por un beodo como pavoroso presagio de la muerte misma del gran estadista que sucumbiera a la bala de John Wilkes Booth. Al otro lado del espectro de los políticos, Hitler, quien tanto odió a los judíos, amó tiernamente a su can Fuchsi, pero su dicha fue breve pues el perro en cuestión le fue robado. El rey Llywelyn el Grande de Gales tampoco pudo gozar a su sabueso irlandés, Gelert. Alguien le dijo al rey que el perro había dado muerte al bebé varón que heredaría el
trono, y el soberano en un ataque de ira mató a Gelert, solo para descubrir tras la muerte del can que éste nunca había tocado ni un pelo del niño muerto. Igloo, un fox terrier muy valiente, acompañó a su amo, el almirante Richard E. Byrd cuando éste sobrevoló los polos norte y sur. Inez, por su parte, era la mimada perrita faldera de Madame Pompadour, la amante del rey galo Luis XV, y muchas malas lenguas afirman que Inez era tan libidinosa como su ama. Issa, una perra maltesa muy traviesa, vivió en gran lujo junto a su amo Publio, quien fue gobernador romano de Malta en el primer siglo de la era cristiana.
Jip por su parte era veterano de guerra, y este perro callejero fue recogido que por nada menos que Abraham Lincoln cuando visitó un campo de batalla de la Guerra Civil gringa. Keeper era la mascota idolatrada de la autora de Cumbres Borrascosas, Emily Bronte, y la novelista inglesa la amó tanto que se levantó a darle su cena aún en la misma noche en que Emily moriría de tisis. Laddie Boy, un hermoso airdale, perteneció al zanganísimo presidente gringo Warren Gamaliel Harding, y a menudo era su presencia ante el closet del despacho Oval lo que delataba que Warren estaba adentro refocilándose con su amante Nan Britton en amores de conejo asustado.Laddie Boy fue tan amado por el pueblo norteamericano que 10 mil chicos vendeperiódicos aportaron un penique por cabeza para hacerle una estatua de cobre que hoy se puede ver en el museo Smithsonian. Mafia por su parte fue el caniche que Frank Sinatra le regaló a la diosa del celuloide Marylin Monroe cuando estaba en amores con ella. Nimrod se llevó el tufo de asesino al haberle matado un idolatrado gato a su amo, el novelista Sir Walter Scott. Meggie, una de los tantos canes que tuvo el semitullido Franklin Delano Roosevelt fue una de las mascotas más caprichosas y en una ocasión hizo ruborizarse al presidente cuando le mordió el trasero a un senador que estaba de visita en la Casa Blanca. El Peritas de Alejandro Magno era casi tan amado como el famoso corcel Bucéfalo del conquistador macedonio, mientras que el Pug le costó un buen saco de reales a la autora inglesa George Eliot, autora de Silas Marner. El Bandido del rey inglés Carlos Estuardo I solía lamerle los pies a su amo mientras éste iba al retrete, y los exploradores gringos Lewis and Clark contaron con la amistad y diligencia de un hermoso can llamado Seaman en su trayecto hacia el lejano oeste norteamericano. Shannon fue el spaniel irlandés que el guapo John F. Kennedy recibió de regalo de manos del primer ministro irlandés Eamon de Valera, mientras que la hija del alborotado presidente( Caroline Kennedy) en una ocasión recibió de manos de Nikita Kruschev un perrito llamado Pushinka. El caniche Rufus de Sir Winston Churchill caminaba con el mismo meneadito de nalgas que el famoso estadista, mientras que la Trudy de José Feliciano también es su mascota guía. Aunque el general George Patton no tenía mucha paciencia con su prole, se convertía en un paradigma de ternura y dulzura con su perro blanco terrier Guillermo el Conquistador, con quien compartía la comida en un mismo plato. El Raphael del actor hollywoodense Mickey Rourke es malcriado y rompeventanas igual que su amo, mientras que los numerosos canes del monarca francés Luis XIV "evacuaban el vientre" en bacinillas de plata decoradas con jade para atraer la buena suerte, pero Plutón, el enorme gran danés de Felipe de Orléans, sobrino del Rey Sol y regente de Francia mientras crecía Luis XV, originó una leyenda negra cuando se lanzó sobre el cadáver abierto de su amo para devorarle buena parte del corazón al finado



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